Este sitio web utiliza galletas o cookies. Si continuas navegando entendemos que aceptas su uso.

SIBE, Sociedad de Etnomusicología

EL ORDEN QUE HABITO. UNA SINFONÍA DE INTERIORES

Documental con música y realización de Paco Cruces, basada en sus investigaciones sobre intimidades metropolitanas.

Ficha técnica
Largometraje (63 min)
Formato HD.
Año 2017. Rodado en Madrid, Montevideo y Ciudad de México.
Realización: Jorge Moreno Andrés y Paco Cruces.
Investigación: Paco Cruces, Jorge Moreno Andrés.
Fotografía y Montaje: Jorge Moreno Andrés.
Música: Paco Cruces.
Mezcla de sonido: Alexander Melczer.
Colorista: Rocío Ortiz.
Conformado y Máster: Marco Hernández Calvo.
Colaboran en la producción Gloria G. Durán, Karina Boggio, Antonio Zirión, Nancy Flores, Valeria Cuevas y Enedina Ortega.
Colaboran en la investigación Romina Colombo y Nuria Esteban.

Sinopsis
Daniell pensaba que iba a tener “una mujer, tres hijos y todo eso”, pero su vida no ha sido así. Se detiene a reflexionar -junto con la veintena de voces que participa en este documental- sobre pequeñas cosas que dan sentido a nuestra vida cotidiana. La silenciosa compañía de los objetos. La soledad. El orden y el desorden. La imagen que nos devuelven los espejos. La dificultad de ser uno mismo. El lugar que ocupan los hijos. Viajes o mudanzas sin retorno. La memoria familiar, que viene de repente como un peso imprevisto.

¿Por qué una sinfonía de interiores?
Las ciudades han sido contadas desde muchos puntos de vista. Pocas veces desde su interior. Esta es una película documental sobre el habitar contemporáneo en tres ciudades: Madrid, Ciudad de México y Montevideo. Contrapunteando las sinfonías urbanas clásicas (con su estética de la multitud, la máquina y la prisa en el espacio público), hemos querido contar desde dentro cómo vivimos. Una veintena de personas comparten reflexiones sobre los espacios que habitan, los pequeños objetos que aman, las cosas que les preocupan o les han pasado. En cada una de esas microhistorias se insinúa la completa vida de quien las cuenta.

La poética urbana es otra, entonces. La ciudad no se revela espacio del anonimato, la mercancía, la industria o las relaciones masificadas. Es lugar de afirmación personal: búsqueda, sorpresa, autodescubrimiento. En nuestras casas emerge algo hermoso y enigmático, que difícilmente se deja formular en palabras: un orden propio, un universo.

Haciéndolo visible, la etnografía da a entender la extensión del iceberg que hay debajo. Las voces se trenzan de manera coral con los ambientes y objetos que las hacen posibles, para desgranar incertidumbres, afectos y sinsabores.

La intimidad solo se deja enunciar en singular: en concreto y en primera persona. No obstante, estos testimonios invitan a preguntarse -en tiempos de hiperinflación del yo y sus industrias- en qué medida es el sujeto individual su protagonista. Y también si tales historias -aparentemente irrepetibles- gozan de algún grado de generalidad. ¿Es que somos realmente autores de nuestro orden? A fin de cuentas, la vida íntima no deja de ser un ejercicio forzado por circunstancias que nos transcienden, que nunca acabaremos de entender del todo. El vivir moderno implica tanto continuidad como ruptura, invención como repetición, planeamiento como estupor. Pende de un hilo muy fino y quebradizo. En la cotidianeidad, el sentido de las cosas no deja de hacerse y deshacerse, perennemente.

Esta película es un diálogo colectivo sobre ese hilo poético. No hemos pretendido hablar por todos los habitantes de la ciudad -una idea especialmente irrisoria, considerando los treinta millones que suman esas tres urbes juntas. Las confidencias de unas cuantas personas no carecen, empero, de relevancia. Ese es el gran misterio que la película deja en suspenso. Precisamente por el hecho de ser irrepetibles y singulares, las historias de cualquiera son historias de todos.