Münster-Hamburg-London: 2004, pp. 325.
ISBN 3-8258-6363-8
En las actas del IV congreso de la S.I.B.E. se incluye un jugoso artículo de Gerhard Steingress titulado “La hibridación como concepto sociocultural.” Allí, el sociólogo austriaco ya sienta las bases epistemológicas que alimentan el estudio al que atendemos ahora. Steingress arriesga una definición del concepto que hila los distintos artículos del libro que reseñamos; nos dice que la hibridación, referida a música popular, consistiría en “la creación de una expresividad y una estética musical surgida a raíz de la disolución de las condiciones restrictivas que muchas culturas establecieron bajo la idea del nacionalismo o el etnocentrismo” (Steingress 1998:276)[1] . De esta manera, llamaríamos músicas híbridas al resultado de este proceso en el que, ya en esta aproximación de 1998, se apunta hacia una complejidad y una interdisciplinariedad: estética musical, culturas, nacionalismo, etc.; todos estos términos se invocan en esta definición, así que músicos, antropólogos y sociólogos, tendrían que aunar sus conocimientos para conseguir resultados óptimos en un estudio sobre hibridación.
En este Hybridity and Popular music in the era of globalization cristaliza un trabajo en este sentido, donde se profundiza más en la problemática del concepto “hibridación” por un lado, y además, se recalca la necesidad de su uso en los artículos sobre músicas como el Tango, el Rebetika, el Flamenco, la Sardana catalana y la música folk del Reino Unido, en las que parece que este concepto alumbra sus procesos internos de desarrollo y gestación de género. Precedidos por un estudio sobre el impacto de estas músicas híbridas en la industria discográfica, estos artículos constituyen el corpus central del texto.
A continuación, W. Holzinger y Steingress escriben sobre la problemática que el término plantea a niveles etimológicos, sobre los usos y abusos de la hibridación, el marco epistemológico en el que deben estudiarse estas músicas, etc. Discretamente se nos recuerda que “nuestro estudio sólo ha de tenerse en cuenta como un primer intento de teorizar sobre la hibridación y sus implicaciones en la música popular contemporánea”. (Traducción propia. Steingress, p. 309). Así que este libro inaugura un vastísimo campo de estudios para la musicología, dejando clara la necesidad de alimentarse de distintas disciplinas si se quiere articular un discurso efectivo sobre este tema.
La primera intervención corre a cargo de Andreas Gebesmair (“Hybrids in the global economy of music. How the major labels define the latin music market”). En su estudio diferencia el mercado global de lo que él llama “niche-markets”; constata las maniobras de las discográficas por mantener sus ingresos ante una demanda creciente de música “étnica” o “mestiza”: la creación de una música pop global hace reaccionar a las distintas culturas en aras de proteger unas supuestas tradiciones que apuntan a desaparecer (Josep Martí habla de reinvención de la tradición, en Usos y abusos del folklorismo y en su aportación a este libro). De manera que las grandes firmas toman cartas en el asunto, creando pequeños mercados locales controlados mediante pequeñas discográficas independientes. Esto lleva a Gebesmair a la siguientea reflexión teórica (que servirá de puntilla del libro en su última página): “En la economía global de la música, la hibridación puede entenderse como una re-territorialización de la desterritorializada música pop”. (Steingress, p. 321). Así quedan reseñadas las implicaciones en las leyes de la economía global, no sólo de la música latina de la que el autor trata, sino de todas las que se analizan a continuación.
Gail Holst-Warhaft se encarga de acercarnos el mundo del Rebetika griego. La coyuntura política y social que ayudaron al nacimiento y a la afirmación del género, el debate sobre la naturaleza oriental [2] de esta música, la supuesta ortodoxia o la defensa de lo genuino o lo puro, son los temas que hilan este artículo. Y casi todos los demás: en los distintos acercamientos al Tango (Enrique Cámara de Landa), al Rai (Susana Asensio Llamas), a la Sardana (Josep Martí), al Flamenco (Gerhard Steingress) o a la música folk y urbana inglesas (Carina Sulzer) encontramos, si no todos, la mayoría de estos temas presentes. Por supuesto las procedencias y tiempos en los que aparecen los distintos géneros articulan distintas historias, distintos discursos que se encuentran muy bien presentados y documentados en cada uno de los estudios, pero es su relación con los procesos de la postmodernidad y la globalización lo que cada especialista termina recalcando. De esta forma, el lector va conformando una idea global, por irónico que esto pueda parecer, de los procesos de hibridación que subyacen en todos estos géneros. En el caso de Carina Sulzer, se vuelve a hacer hincapié en las relaciones de la sociedad industrial con la música y con este tipo de estudios, ya que el género que ella trata no tiene tantas connotaciones mistéricas como, por ejemplo el Flamenco, que suele provocar discursos de corte más esencialista en sus alusiones a la antigüedad del género o a la etnia gitana como portadora de verdad. En cualquier caso, todos los géneros expuestos responden a unas necesidades que el pueblo llano articula en formas musicales ante distintas situaciones de represión política o de miseria económica, a la vez que se transforman en mercancía artística (entiéndase “pueblo llano” como un término alusorio al anonimato de los creadores de las músicas en cuestión; aunque en esas reinvenciones de las tradiciones intervengan los nombres propios en importantes dosis, en sus orígenes son músicas anónimas, inatribuibles a un solo creador) Esto es lo que trae a colación a la escuela de Frankfurt (Adorno) y a los estudios postcoloniales (Said), así como las teorías sobre el pensamiento complejo (Edgard Morin), los mundos del arte de Bordieu , los sistemas alejados del equilibrio (Prigogyne) o los autopoiéticos (Maturana). El acercamiento a estas músicas populares descubre el complejo entramado social de hoy día o la ruptura de los límites entre arte culto (highbrow) y popular (lowbrow), y entre estos y la economía global. Parece, según se nos plantea en el libro, que un buen estudio sobre estas músicas híbridas ayudará, no sólo a esclarecer los procesos que nutren a los propios géneros musicales, sino esos otros que afectarían a distintos niveles de la sociedad en tanto portadora de cultura.
Pero un estudio sobre música no debe olvidar su objeto. Los musicólogos, a pesar de compartir cada vez más conocimientos con sociólogos o antropólogos no deben olvidar las herramientas propias de su disciplina, como el análisis formal de las estructuras musicales o la catalogación de géneros. Esto es lo que viene a decirnos Wolfgang Holzinger en su artículo, para prevenirnos contra el uso erróneo de términos como el de “fusión” al referirnos a músicas híbridas en general. Sin olvidar que existen distintos niveles de lenguaje y que a nivel conversacional el término ayuda a entenderse, el autor nos recuerda que nos movemos en un ámbito académico y que el musicólogo necesita consensuar los términos que usa, a fin de hacer llegar el resultado de sus investigaciones. En este sentido, el autor constata el uso abusivo de la palabra fusión por parte de los propios especialistas, para referirse a músicas que, en su mayoría, según nos demuestra más tarde, no son resultado de ninguna “fusión” propiamente dicha. Para poder hacer esta afirmación, nos vemos obligados a acotar los significados de los distintos términos que suelen utilizarse para referirse a músicas híbridas; se hace necesaria una tipología[3] menos vaga que ayude a afinar el tiro. Holzinger propone los siguientes términos referidos a distintas maneras de articularse la hibridación: “combinación” de estilos, “coalescencia”, “melange-tipe”, “unificación estilística” y “estilo emergente”. Cada uno de ellos viene acotado por la predominancia o la presencia de los estilos que intervienen en unos casos, o por las condiciones culturales en las que el público lo recibe, o por los métodos compositivos, etc. El caso es que, por primera vez se formula un estudio tipológico del fenómeno de la hibridación; en este sentido, los artículos que cierran el texto son los que más acercan al lector al nivel teórico del problema.
Para llegar a la catalogación, a los “tipos” que Holzinger propone, han sido necesarios muchos trabajos que dieran cuenta de ciertas características comunes en los procesos de formación de músicas tan dispares como el Flamenco y la Sardana. Ahora, con los trabajos de Martí y de Steingress, vemos que existen muchos elementos parecidos en la articulación de estos géneros. Y esto es posible gracias a la colaboración de distintos especialistas en este trabajo. En el De Oratote, Cicerón ya nos dice que el mejor estilo no es ni el más pomposo ni el más simple, sino una combinación de ellos; además, el buen orador será el que beba tanto de historia como de filosofía, de política y de retórica. En fin, sería una exageración hablar de interdisciplinariedad en este caso, pero no andaba muy descaminado el consejero de Bruto. De hecho podemos llegar a pensar que la hibridación es algo que ha existido siempre; el animal humano no ha cambiado mucho en 2000 años, así como sus preguntas fundamentales. En las formas de articularse, en los acentos con los que vamos desarrollando nuestros interrogantes, es donde cobran interés todas estas investigaciones, que sí son totalmente actuales, interdisciplinares, transculturales, postmodernas, postcoloniales y, yo diría, que necesarias para el que quiera saber en qué mundo vive. Aunque esto no sea muy recomendable para el estómago.